La felicidad ajena

Olga llega como empleada doméstica a la casa de Rebeca, una mujer orgullosa y fría. Entre ambas se forma una amistad cómplice que va más allá de la relación sirvienta y patrona.
Estanislao, un hombre solitario con un pasado reprimido, se enamora de Inés, una comadrona insensible a quien solo le interesa su negocio, pero la llegada de un hijo altera sus planes y la obligan a tomar una decisión compleja.
Las estatuas de la Virgen de Lourdes y la Santa Bernardita son cómplices de la religiosidad de sus personajes, de una pirámide de ropa ideada por un niño y de un pacto invisible custodiado por una agave.
Las vidas se entrelazan, y a medida que la historia avanza, se inmiscuye en las prácticas abortivas del Chile de mediados de los setenta, y nos recuerda en cada capítulo una máxima de Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre.